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Materiales: Madera, metal, plástico y otros materiales
Medidas: 40 cm por 40 cm por 18 cm
Año: 2021

La renovación de la vida

Matarlas, padecerlas, investigarlas o adorarlas, son apenas cuatro entre múltiples miradas y actitudes ante a las moscas. E incluso frente a la mayoría de los animales. Es parte de la complejidad de las relaciones entre el hombre y la naturaleza. Cada una de esas actitudes es distinta para las personas, circunstancias u objetivos de cada uno de nosotros. Miramos el mundo desde diferentes lentes que no coinciden, y también variamos con los años, experiencias, conocimientos y sensibilidades, nuestra relación con la naturaleza. El mundo se nos torna desigual y diferenciado ya que queremos cosas distintas y sufrimos y vivimos diferenciadamente cada momento, y porque inventamos una escala de la vida donde nos colocamos por encima de todos en la vida natural. No por las moscas o por los animales, sino por nuestras creencias y expectativas. La mosca es una, pero a la vez mil realidades diferentes en nuestra conciencia. Pero nosotros somos distintos cuando la vemos y la sentimos, cuando la combatimos, la adoramos, la investigamos o la sufrimos. Algunos las comen y es sopa milenaria en algunas cocinas. Para otros es condimento. Una mosca es una y mil miradas distintas. Aunque fuese el mismo insecto y no sus centenares de variedades, es distinto para cada uno. Miramos el mundo desde diferentes lentes y circunstancias, desde saberes, recursos, necesidades, valores y temores diferentes. La mosca nos acompaña desde siempre. El miedo, la curiosidad, el amor o la sumisión son apenas algunas de las múltiples miradas ante ella.
En el libro y la película de “El señor de las Moscas”, por ejemplo, ellas aluden a la maldad humana, representada por Belcebú, deidad filistea y posteriormente también parte de la iconografía cristiana, bajo el sobrenombre de “Señor de las Moscas”. Es apenas una entre de las infinitas miradas que tenemos con ellas mientras se revolotean en nuestra cercanía. Ellas están alimentándose en la cara de un niño sufrido en Biafra, o contribuyendo a la descomposición de alguna especie. Conviven con quien tiene la fuerza para enfrentarlas de todas las formas posibles, como ejemplo de la batalla humana por someter la naturaleza a nuestros designios. Es también objeto de estudio y de investigación, como el puente al saber, y nos abren una puerta a la naturaleza para conocer sus misterios. También la mosca es objeto de adoración y nos postramos ante ella, aunque no se enteren ni les importe. La mosca es una compañera más en este camino milenario de la vida en la comunidad de especies con las cuales convivimos y gracias a las cuales también hemos sobre vivido. Es una socia necesaria para la renovación de la naturaleza y su trabajo es un componente básico del ecosistema donde vivimos, al acelerar su renovación y putrefacción. Sin ellas, el ciclo de la vida, la descomposición de la materia y la regeneración de la naturaleza serían más lentas. Son el triste final de nuestra propia finitud de vida y engranaje en el gran restaurante de la naturaleza. Por ello algunos la han hecho su objeto de adoración, de rechazo y también de investigación. Ellas son la diversidad y el cambio, más allá de molesta compañía en algunos días calurosos. Ellas solo están trabajando, antes y después de nosotros, con la tarea que la naturaleza le asignó y le dio sentido a su de existencia. Ellas son una sola en las miles de variedades, y nosotros también con ella parientes terrenales, aunque nos cueste asumirlo.

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