Materiales: Madera, plástico, metal y otros materiales
Medidas: 45 cm por 36 cm por 19 cm
Año: 2023
Las distintas músicas
El sonido nos ha hecho más humanos. Extrañas vibraciones ordenadas de ondas sonoras que se encuentran con el tímpano jalonando y empujando moléculas de aire y creando impulsos eléctricos en nuestro cerebro. Y con esas sensaciones activan nuestras neuronas. Con ellas nació la música que se nos mete en la cabeza, da vueltas, se diluye y desaparece dejando sensaciones y algunos fragmentos inconexos en nuestra memoria ante nuestra incapacidad de retenerla. La música es la base de compleja modulaciones en el cerebro, regula nuestras hormonas del estrés, incide en los latidos del corazón, relaja la presión arterial y su pulso, e incluso modula también la velocidad de las ondas cerebrales. También está enraizada en las matemáticas más simples. Algunos afirman que por esas lógicas internas sentimos el placer que nos atraviesa. La música es portadora de una energía que nos humaniza pero que también nos reduce la razón, nos transporta y hasta nos droga de alucinaciones.
Esas ondas sonoras que se mezclan y rebotan creando armonías, nos llenan también durante milenios de la tristeza de la casi certeza de no volver a escuchar esos efímeros sentidos que débilmente resguardábamos en nuestra discoteca del lóbulo temporal. Todo cambió, y gracias a la ciencia que nos trajo el mundo analógico y el resguardo de los sonidos, estamos frente a máquinas de copia y reproducción que nacieron para darnos un respiro y la sensación de permanencia de esos momentos. Ahora tenemos el goce posible de la saturación y de su repetición infinita desde que se inventó el disco, la radio o la televisión y los otros múltiples mecanismos de copia o reproducción desde entonces.
Con estas industrias culturales nació el dualismo entre una cultura de masas no presencial y un acceso presencial y de elites. Una música que se emite desde aparatos conectados y otra que nos tiene presentes frente a instrumentos desde donde alguien realiza maravillosos movimientos de creación de esas extrañas ondas. Una incluso que gozamos casi sin pagar ni estar presentes y otra donde estamos inmersos en espacios y entornos que llenan de vivencias que pellizcan nuestros sentidos y nos envuelven en una lluvia de sonidos. Son dos músicas. Entre la realidad del aforo finito y limitado, y la libertad del acceso a la creación global sin movernos. Entre vivencias especiales y accesos mediados por tecnologías a las culturas del mundo. Son dos realidades y aunque la tecnología de las máquinas busque acercarse a la tecnología humana, son distintas en nuestras vivencias. Una con millones de años sin cambios en el envase de nuestro cuerpo humano, y otra que cambia día a día, pasa de uno a decenas de canales, de dos dimensiones a tres, de prototipos a productos idénticos y sonidos digitales envolventes. Y tal vez, también, una de masas y otras de elites.