Materiales: Madera, metal, plástico y otros materiales
Medidas: 47 cm por 42 cm por 20 cm
Año: 2022
Unos revalorizan y ensalzan la historia, otros la niegan. Siempre hay dos miradas del pasado: la del amor y la del odio, la de la aceptación y la del rechazo, la del reconocimiento o la de su negación. Las miradas se polarizan en relatos maniqueos sin claroscuros. La historia se transforma y deja de ser lo que fue, sino en lo se interpreta, se desea y se busca amoldar a nuestras razones y valores. Algunos afirman sus causas y construyen sus valores e ideas, afirmándose en una historia. Otros se afirman en la tierra en la negación activa de esas narraciones y héroes y en la construcción de relatos antagónicos. Incluso aunque se carezcan de datos. Para cada héroe y sus acciones, está su anti héroe. Ese blanco y negro, es la reafirmación para muchos y la forma de la política. Unos inauguran monumentos y promueven homenajes y reconocimientos a esas ideas y acciones. En ellos conforman las bases de sus proyectos sociales y personales. Otros, construyen sus imágenes buscando tirar abajo esas historias y tradiciones. Se combate el presente a través de la lucha contra la historia, e incluso con piedras y protestas frente a sus monumentos. La negación es su afirmación. No son situaciones independientes, sino las dos caras de una misma realidad que crea la política. Las fronteras de la misma grieta presente, pasada y futura es también una derivación de la libertad conquistada. Tanto para quienes lo hacen en forma pública como para quienes esconden sus actos en la oscuridad. Cada uno tiene su estrategia y su rol en la política del griterío. Todos buscan el ruido para difundir sus relatos. Son actores protagónicos en las luchas políticas. Sargentos o generales de ejércitos en pugna por el poder de las mentes a través de pequeños actos donde construyen sus liderazgos y sus hegemonías, sus reconocimientos y respetabilidades, y sus ejércitos de seguidores que alzan sus banderas en la apelación de la afirmación o en su negación. Pero ello sólo existen con micrófonos y cámaras que como moscas huelen la mierda y el conflicto, para que otros, allá lejos, sentados en sus poltronas reproduzcan esas batallas.
El amor al ruido en la comunicación, hace que la convivencia quede esclava de las conveniencias e intereses, de la capacidad de comunicar a los otros, a los no protagonistas. Se limitan a discursos y referencias en el aire, saludos a la bandera para las elites activas o para quienes están en las cajas de resonancia. Mientras tanto en la vida real, van diluyéndose, los territorios míticos y las narrativas comunes de la historia. El pasado es el ring de la pelea para reafirmar las diferencias del presente y definir los senderos del futuro. Afirmar y negar son los mecanismos simbólicos de acumulación de fuerzas de la lucha política en que se ha construido la historia de las naciones mientras ellas al tiempo se hunden en fragmentos y narraciones diferenciadas, cada una con sus héroes, sus batallas y sus valores. La historia es finalmente el espacio de las interpretaciones en pugna e palanca para los futuribles. Mientras tanto, una paloma de la paz vuela y se caga por encima de la gritería. Pero eso es la libertad muchas veces, más allá de los excesos.