Materiales: Madera, metal, plástico y otros materiales
Medidas: 40 cm por 40 cm por 18 cm
Año: 2022
Vivimos en cajas que nos encierran, con paradigmas que nos marcan los enfoques, como anteojeras que nos limitan la vista y deforman y restringen nuestras miradas. Son construcciones sociales, costumbres y concepciones de tiempos pasados que perduran en el tiempo. Tienen sus huellas en la historia pero con el tiempo se torna obsoletas para muchos. Son ideas y construcciones intelectuales que nos formatearon y que luego no admiten cambios fáciles a los nuevos tiempos. Se rechaza toda innovación a estos espacios de confort que nos dan serena cotidianidad. Costumbres, normas y tradiciones siempre limitan la creatividad, dan continuidad y crean un inmovilismo conservador.
El fútbol es un juego rectangular, de 22 jugadores, dos equipos, 2 arcos y una pelota. Con muchas reglas y cambios milimétricos. Su fuerza es su continuidad en el tiempo, los pasados y sus tradiciones. El futbolito es su representación lúdica y participativa, es nuestro “avatar”. ¿Pero dónde están las innovaciones y transformaciones que normalmente marcan la vida y los aportes del tiempo y las personas? Ellas quedaron enterradas en apenas variaciones infinitesimales. Apenas unos centímetros aquí o allá, algunas reglas más delimitadas del movimiento de los jugadores o del tamaño de los arcos. Los sueños de cambio solo están en algunas imaginaciones frustradas, en el arte y la ironía de la creatividad.
Las reglas son la base de vidas que se nos imponen. En su inicio son resistidas, incomprendidas, luego aceptadas y finalmente dan seguridad y estructuran una tradición. El sueño, como el espacio de la imaginación se limita a utopías imposibles. La innovación está acotada a milímetros y segundos, a espacios marginales. Todo está hecho y congelado. Otros, nuestros ancestros, nos dejaron las reglas bajo las cuales vivimos, trabajamos y también jugamos. Nos ajustarnos a vivir con sus gustos, estéticas y criterios. La herencia es el beneficio de nuestros antecesores, de la historia, pero también muralla que limita nuestra creatividad y la libertad de innovar. La esperanza se transforma en mantener todo igual, el resistir los cambios. El valor es el pasado, la estabilidad, la copia fiel. El cambio se reduce a un ejercicio de fantasía intelectual, a una narrativa fantástica de ciencia ficción, al mundo imposible de llegar. La incertidumbre actual nos pide seguridades, estabilidades. El fútbol es pasión de multitudes y ello es continuidad. La utopía del cambio ha muerto u hemos creado la quimera de la preservación y la tradición. La convivencia non impone la rigidez de las tradiciones. ¿Algún día será posible tener un fútbol con nuevas reglas, cuadrado de tres pelotas, cuatro arcos, cuatro equipos y menos jugadores? Hoy es sólo una utopía infantil de la imaginación creativa de pensar una nueva caja y fuera de la caja.