Materiales: Madera, vidrio, metal y otros materiales
Medidas: 29 cm por 23 cm por 20 cm
Año: 2022

Los caminos de la vida
Niños naciendo y naciendo. Una hilera infinita de pequeños “humanitos” salen de las enormes vaginas de las sociedades y desde allí inician en serie sus propios caminos hacia las diversas puertas de la vida y de sus infinitos destinos. Algunos salen de la caja y caminan fuera de los entornos donde dieron sus primeros pasos.
La vida de la especie se abre paso en múltiples senderos, que no son los que soñamos o esperaban algunos. Somos parte del experimento de la reproducción de la vida, de la búsqueda de la sobrevivencia, de la continuidad y de la producción en serie que implica la familia, el amor, y de cómo la naturaleza se abre camino contra todos los pronósticos. En ese trance casual de condiciones de “ricitos de oro” recorremos caminos inicialmente siguiendo los pasos de los entornos diferenciados donde nacimos. Reproducimos caminos ya trazados, pero no todos están dispuestos a ello y muchas veces buscan salir de las cajas donde se los ha encerrado y que limitan sus pasos. Nos enfrentamos a espejos que no nos dejan avanzar, a la dificultad de cruzarlos, a la incertidumbre de la vida en el más allá de la puerta. En esos reflejos nos vemos a nosotros mismos y al ver la imagen buscamos superar las infancias. Las cajas que nos atan a nuestras génesis.
No importa sin embargo de dónde venimos nos dicen, ya que el tiempo no vuelve atrás. Se nos obliga a mirar hacia adelante, a seguir pasos o a inventar senderos, a perdernos en el vacío del futuro. Este está adelante, es el lugar del sueño y que nos da un sentido diferente al de sólo haber nacido, al de ser parido en serie, al de tener origen y no destino. Vamos en filas que se van dividiendo y marchando hacia caminos solitarios y personales, buscando encontrar un sentido y un objetivo donde no lo existe. Buscamos perder o encontrar las raíces, soñando un nuevo útero que nos proteja o un agujero por el cual cruzar el muro que nos limita y entrar en espacios externos, pero también de duda e incertidumbre.
Atrás está de dónde venimos, de donde no podemos volver, de donde nos han obligado a saltar, de donde tuvimos algún día remoto alguna protección. Nos queda el recuerdo o la sensación del origen. Pero bien sabemos que caminamos solos, aunque en fila y orden, y a nuestro propio paso, soñando con salir de la caja y cruzar los umbrales de las puertas que tenemos frente a nosotros, y que muchas veces más que puertas de futuro son espejos a nuestro pasado.